#17
Lúa Coderch
19.02.2014 descargar

Existe en la producción contemporánea una demanda más o menos explícita hacia el artista. Que éste tenga una línea de trabajo específica y capaz de ser condensada en un texto lacónico. Sucede que no siempre se da esta obediencia a la sinopsis conceptual por parte del artista y que, en casos como el de Lúa Coderch, la práctica artista se demuestra poco dócil con las etiquetas. Pero también convenientemente reacia a ejercicios de traducción que no siempre la benefician. En un ejercicio de obstinación en busca de un escenario común, podría decirse del trabajo de Lúa Coderch que es un territorio de signos donde la materialidad del objeto sustituye lo explícito de la narrativa por la potencialidad de un relato suspendido. O que su práctica artística vuelve a evidenciar una ordenación del mundo en términos estéticos.

En su último proyecto expositivo, La Montaña Mágica, en el Espai 13 de la Fundació Miró, Lúa Coderch se centra en lo memorable del instante histórico que, antes de que suceda, ya existe “para ser recordado” colectivamente. Es por ello que se centra en algunos de los hitos de la historia de Barcelona, entre ellos los Juegos Olímpicos del año 1992, germen del creciente proceso de turistificación que vive actualmente la ciudad. En un alegato de resistencia contra la memoria institucionalizada y la proyección del recuerdo,  La Montaña Mágica es una exposición que también se opone a la actitud de aquel espectador que quiere abarcar la totalidad de la experiencia estética. A excepción de la propia artista, probablemente nadie sea capaz de llegar a conocer todo el contenido de un proyecto que cambia cada día durante los 72 días que dura la exposición. Pero lejos de ser otro baluarte de la procesualidad en materia de arte, La Montaña Mágica vendría a demostrar la asimilación del todo a través de una cadena que, como la memoria, procede por fragmentación.