#18
Rasmus Nilausen
28.03.2014 descargar

Hubo un tiempo en el que el concepto de pintura -escultura permitiendo- funcionaba como sinónimo de arte. La pervivencia actual de un medio con tantos siglos de historia que corre el riesgo de ser percibido como atávico, podría ser una de las razones por las cuales -en cierto contextos- es tan difícil de asimilar dentro del régimen de representación actual que define las prácticas artísticas contemporáneas.  Sin embargo desde otra perspectiva, por ejemplo atreviéndonos a reincidir en aquella célebre máxima de McLuhan que asimila el medio al mensaje, la pintura podría funcionar como un campo de resistencia dentro de un territorio artístico visibilizado, impulsado y favorecido desde el marco institucional. Es más, como situación de disidencia dentro de una escena artística específica, la pintura – nuevamente como medio- podria estar transportando una actitud política más o menos voluntaria, más o menos consciente.

Si bien existen pintores dentro del contexto barcelonés, estos no suelen formar parte de una escena que se ha ido (auto)definiendo como heredera de una tradición conceptual y representante de ese formato siempre por definir que caracteriza el arte contemporáneo. Es desde aquí que se puede entender la singularidad de un artista como Rasmus Nilausen en Barcelona. Un artista que es pintor pero que, sin embargo, trabaja la pintura desde un régimen de representación contemporáneo. Un pintor que es, a la vez, artista contemporáneo. La práctica pictórica de Rasmus Nilausen entiende lo singular del lienzo como parte de una narrativa más grande en la que la pintura funciona como un marco de asimilación de diferentes tradiciones y lenguajes que, al confluir dentro de un mismo espacio, son parte indiferenciada de la misma ficción posible. La verosimilitud del relato también existe en aquella pintura reconvertida en texto polimorfo.

En una época en la que la investigación en arte pasa indefectiblemente por internet, conocer la producción de un pintor supone una situación física y presencial. La del acceso a un estudio que todavía es taller y que, por un momento, desempeña la función de sala de exposiciones. Dentro del taller de Rasmus uno se encuentra con la vigencia consciente del bodegón a través de la iconografía de sus pinturas. Entre ellas, un lienzo que funciona como statement de su práctica actual, gracias a la imagen de Salvatore de Monferrate, aquel personaje de El Nombre de la Rosa que habla otras lenguas, todas pero ninguna correctamente.  Como Salvatore, el pintor, que es capaz de hablar varias lenguas a la vez en busca de la pintura perfecta, la pintura siguiente, todavía por hacer. También el pintor que, a la manera de John Wayne, actúa bajo la siguiente máxima: “shoot first, ask questions later”.