#45
Julia Morandeira
09.11.2018 descargar

  • 00:00
    Habitar la teoría y ser habitadas por ella
  • 03:18
    Las herencias como vectores potenciales entre pasado y futuro
  • 08:29
    La teoría como materia viscosa y reactiva
  • 10:04
    Feminismo como práctica reflexiva
  • 12:06
    Comisariado: respuestas posibles a una misma pregunta
  • 17:15
    Repolitizar la investigación
  • 18:36
    Hacer mundo a través de los afectos
  • 25:38
    Aprender de la noche y sus colectividades temporales
  • 29:40
    Conmover y conspirar: la defensa como respuesta colectiva
  • 33:28
    Muerte, sexo y canibalismo
  • 35:53
    Canibalia, una historia por estratos del Atlántico
  • 37:27
    Antropofagia y canibalismo
  • 39:33
    El imaginario monstruoso de la alteridad
  • 41:34
    Otras ontologías: una cultura compartida por todos los cuerpos

En Diciembre de 2017 tuvo lugar en Barcelona Selfware is Warfare, un encuentro nocturno comisariado por Julia Morandeira en compañía de varios artistas. Al acercarme a saludarla durante aquella suerte de aquelarre artístico, Julia me dio un libro que llevaba por título Be careful with each other, so we can be dangerous together y que tenía subrayadas tres palabras: careful, dangerous y together. Como si de un conjuro se tratase, esa frase me ha acompañado desde entonces, extendiéndose a mi alrededor gracias al contagio empático que producen las experiencias similares y las lecturas compartidas. Es una declaración de intenciones que enlaza con otra que también descubrí a través de Julia Moranderia: conmover y conspirar. Ambas pertenecen al campo de los conocimientos situados -aquellos que sólo se tienen desde la experiencia- y a la práctica colectiva del autocuidado. Como también forman parte de la metabolización viscosa que nuestros cuerpos, entendidos como recipientes porosos y comunicantes, hacen de la teoría. La lectura de los textos y las conversaciones que dieron forma a aquel libro centrado en lo que conocemos como economías afectivas, políticas de los cuidados y estructuras de apoyo -con toda la higienización que hace el lenguaje de aquello que lo trasciende- me llevó a ponerme en contacto con Julia para que tuviésemos la oportunidad de seguir hablando. Esta vez, desde la materialidad presente de nuestros cuerpos y no sólo desde la materialidad que hace posibles los discursos y sus efectos en nuestros cuerpos.

La primera conversación con Julia sucedió en marzo de 2017. También durante el horario nocturno, en el barrio del Poble Nou, haciendo del cansancio un elemento más dentro de un encuentro que duró varias horas y que compartimos con una cena sobre un mantel comprado durante uno de los viajes de Julia con su amiga Pepi. The Female Man, de Joanna Russ, también estuvo presente. Como soporte material para la grabadora, pero además como parte de ese complot colectivo en el que no es necesario que todos sus participantes se conozcan personalmente para que suceda. Una grabadora que dejó de funcionar sin que nos diésemos cuenta, dándonos la oportunidad de retomar esta primera conversación meses más tarde, en un panadería de Madrid. Aunque aquí sí pudimos volver a hablar de Canibalia, una investigación en el que Julia hace una relectura de la antropofagia a través de las conexiones y confusiones geográficas y temporales, muchas de las cosas que hablamos aquella primera vez se han perdido en la noche, como tantos otros conocimientos que permanecen ocultos -pero latentes- en ella. Como también se extraviaron en este segundo encuentro las preguntas iniciales que, a su vez, partían de otra conversación que ella tuvo anteriormente con Marta Sesé. Y aquí también se nos hizo de noche, por tercera vez.