La cotidianidad es aquello que sucede cuando pensamos que no sucede nada más o que no existe apenas conmoción en el ejercicio de lo consuetudinario. La cotidianidad, leída como una de las formas tácitas del contrato social, se funda en la lógica de lo previsible, en el pronóstico de unos hábitos compartidos. Aprovechándose de esta lógica sobreentendida, gran parte del trabajo de Iván Argote se dedica a producir pequeñas fallas y disrupciones amables con el fin de demostrar, no ya la potencialidad extraordinaria de aquello cotidiano, sino las posibilidades de injerencia -no obstante, intermitentes y fugaces- que permite toda estructura pautada. La relación con el otro -entre aliado y antagonista-, la reactivación de la Historia a través de la biografía personal, su reanimación por reacción gracias a sencillas agresiones sobre el monumento como señalización parcial de una historia impuesta y el humor como estrategia sutil para una desavenencia con lo impuesto son algunos de los rasgos que podrían definir la práctica de un artista donde lo político se desliga conscientemente de la seriedad habitual que escolta el término.
Con motivo de Un millón de amigos en la Galería ADN, su primera exposición individual en Barcelona, y de su estancia en la ciudad gracias al programa de residencias de BAR Project, Esnorquel habla con Iván Argote sobre su práctica artística, sobre sus comienzos en el mundo del arte y sobre sus intereses personales, evidenciando la estrecha conexión -muchas veces oculta o dejada de lado- entre lo biográfico, lo personal y lo artístico.