Què fer a Sabadell: de evento cultural en evento cultural y tiro porque me toca
28.03.2012

Cuando no se es artista pero se está relacionado con el mundo del arte es frecuente trazar hipotéticos proyectos artísticos que se quedan en ese primer escalón de la producción artística: el proyecto del proyecto. Gracias a la disposición de las casualidades o a la formalización de “cosas que están en el aire” es también habitual encontrarse con que unos ejecutan ideas que otros, coincidentemente, tienen o tuvieron en mente pero que nunca se materializaron en nada concreto. Ante inciertas elucubraciones propias, consistentes resultados ajenos. Esta afirmación, si bien carente de un poder definitorio concluyente, podría relacionarse con la empatía que muchos espectadores –y artistas- padecen ante determinados proyectos de arte contemporáneo. Se dice que el arte contemporáneo es ese lugar representativo desde el que es posible enunciar cosas que desde otros lugares –con sus correspondientes lenguajes- no sería posible enunciar. Lo que no se dice tanto pero se piensa es que el arte contemporáneo es también el lugar desde el cual muchos artistas presentan lo que otros –espectadores y artistas- quisieran haber enunciado.

La empatía es un procedimiento mediante el cual nos ponemos en el lugar del otro gracias a un conocimiento previo de la situación ajena. En el arte podrían verse dos tipos de orientación empática por parte del artista:  consciente –con la toma de posicionamiento dentro de un tema concreto- y fortuita –gracias a las afinidades imprevistas con un posible espectador-. Proyectos como Què fer a Sabadell, de Dario Reina (Badalona, 1988), proceden por empatía simultánea. Al mismo tiempo que el artista ocupa voluntariamente el lugar de un consumidor glotón de cultura en un contexto a dieta, se posiciona tangencialmente con ese coleccionismo expandido que muchos padecemos: la acumulación sin un propósito concreto de entradas a eventos relacionados con la cultura. En el caso de Dario Reina se construye un proyecto artístico y, además, un cofre del tesoro en forma de publicación.

 

Què fer a Sabadell además de proponer una pregunta que muchos nos hacemos, especialmente si se vive atado al cordón umbilical de la producción y exhibición culturales en Barcelona, construye una respuesta cuando se hurga en el diario de a bordo de Dario Reina. Durante el mes de mayo de 2010 este artista decidió hacer del consumo cultural una filosofía de vida, mudándose a Sabadell y, más concretamente, a uno de los espacios de residencia para artistas que posee NauEstruch. Què fer a Sabadell es tan sencillo como armarse de ganas, hacer la maleta –mejor sin libros esta vez para evitar la saturación- y pasarse el mes de mayo- el momento perfecto del año para estar de cervezas con los amigos a última hora de la tarde- de evento cultural en evento cultural.

Cuando se tiene entre manos esta publicación, ganadora de la convocatoria de proyectos de edición de la Sala d’Art Jove (2011), parece evidente que el resultado congénito de Què fer a Sabadell fuese en formato papel y no de otra manera. Sin embargo, el proyecto de Dario Reina surgió anteriormente y en un marco diferente al editorial: en el taller “Jugar-se la vida”, de Marc Vives y David Bestué, en l’Estruch de Sabadell. Planteado como una propuesta de acción directa, este proyecto consistía en la asistencia de Dario Reina a tantos eventos como le fuese posible durante un mes en un territorio ajeno y no precisamente célebre por su agenda cultural. La métodica de este proyecto trasladada a una metrópolis (pensemos, sino en Barcelona, en Londres, Madrid o Berlín) hubiese supuesto un trabajo de jornada laboral a tiempo más que completo por parte de un colectivo ingente de artistas y no un trabajo de campo individual como éste. Amén de la segmentación, acotación y selección  de lo que se quiere entender como “evento cultural” dentro de un contexto de exhibición y difusión de la cultura inabarcable para una o pocas personas. El hecho de situar el proyecto en un territorio como Sabadell, restringe el campo de actuación y posibilita –a priori- una acción individual sobre el mismo.

Al ubicar Què fer a Sabadell dentro del contexto artístico, podría pensarse que el tipo de eventos culturales seleccionados por Dario Reina estaban relacionados con el arte contemporáneo. De haber sido así el artista, en vez de Què fer a Sabadell hubiese tenido que bautizar su proyecto como “Qué fer a NauEstruch”. Emplazado en el contexto de prácticas perfomativas y procesos abiertos que caracteriza a NauEstruch pero tomando como material la vida cultural de Sabadell, podría verse este trabajo como un conector entre la alta cultura y la cultura popular. Porque así como Dario Reina participaba en el campeonato de petanca, así asistía a conferencias sobre la poesía de Miguel Hernández, se pasaba por el Observatorio Astronómico de Sabadell, donaba sangre o se quedaba “en casa”, asistiendo a los eventos y performances de L’Estruch. Sin embargo, a día de hoy, la división entre alta y baja cultura -si es que tal cosa existe-, desprende una inoperante fragancia a naftalina conceptual. Basta con echar un vistazo a la mayor parte de trabajos artísticos contemporáneos para darse cuenta de que eso que algunos pretenden como “baja cultura” está totalmente inoculado en esa otra categoría de clasismo cultural llamada “alta cultura”. Más que las prácticas artísticas, son los circuitos los que mantienen esa división estratégica.

 

La publicación con la que se presenta Què fer a Sabadell consta de tres partes: un librito a modo de diario personal del artista; una serie de postales que recogen los eventos existentes en Sabadell cada día del mes de mayo de 2010, tanto a los que Dario Reina asistió como a los que no, con imágenes de los mismos y del proceso artístico; un mapa de Sabadell con las localizaciones correspondientes de los espacios donde tenían lugar dichos eventos. De estas tres raciones del proyecto editorial, el diario es la que muchos preferimos porque dentro de todo espectador de arte hay un gran fisgón escondido. No obstante, dado el posible hastío de Dario Reina a mitad de camino, las más que probables anécdotas y el gusto ajeno de unos por la vida de otros, se echan en falta más reflexiones personales alrededor de las consecutivas actividades que componen este manual sinóptico de la vida cultural en Sabadell. Tras su lectura uno se pregunta por qué Dario Reina no incluyó los circuitos comerciales de cine dentro del proyecto o si esas dos páginas que se corresponen con el último viernes y sábado del mes de mayo están en blanco porque el artista, como muchos otros, lo abandonó todo para irse de acampada musical a uno de los eventos de dispendio cultural más reputados del territorio nacional: el Primavera Sound.

Què fer a Sabadell, a pesar de tomar como eje el consumo cultural, no es un proyecto de análisis o crítica explícitos sobre un tema que invitaría casi preceptivamente a ello. Què fer a Sabadell es más bien una aventura espacio-temporal, una adecuación al medio bajo unas reglas determinadas en la construcción de un proceso artístico vivencial. En el orden de los efectos colaterales, Què fer a Sabadell es también una fortuita herramienta de publicidad para NauEstruch por lo que tiene de proyecto que – inintencionada pero favorablemente-  hace difusión de las actividades y dinámicas de este espacio de arte contemporáneo en Sabadell que nos recuerda que no sólo de Barcelona vive el arte contemporáneo en Catalunya.